Un poco de historia
Hoy queremos dedicar la entrada de nuestro blog a un monumento histórico que está muy cercano a nuestro restaurante en Valencia, El Ocho y medio. Tiene 37 metros de diámetro, y, gracias a su diseño, se ha convertido en visita obligada para cualquier persona que pasa por nuestra ciudad. Es
punto de convergencia de cuatro calles distintas, y ha recibido muchos nombres: El Clot (agujero), Nueva, Circular, de la Regencia, del Cid. Estamos hablando de la “Plaza Redonda”.
Fue construida en 1840 por Salvador Escrig Melchor, con la idea de que fuera una zona de comercio, para la venta de pescado y carne. En la actualidad, la plaza se divide: en un parte baja, que está rodeada de comercios tradicionales de artesanía, donde se ofrece tanto encajes, bordados, trabajos de cerámica y forja, como recuerdos de la ciudad, y en tres plantas superiores, que se dedican a viviendas.
Tras la última remodelación, en el año 2012, la cual ha sido premiada por AGECU (Asociación para la Gerencia de los Centros Urbanos), en la “Plaza Redonda” se ha colocado una nueva cubierta formada por acero y placas de vidrio. Además, alrededor de la fuente, se ha dispuesto en el suelo un anillo circular metálico donde se han escrito los diversos nombres que ha tenido la plaza, y un fragmento de “Arroz y Tartana” donde Vicente Blasco Ibañez, cuenta el ajetreo que sufre uno de sus personajes al ir a comprar allí la cena de Navidad.
Plaza que el escritor decribió así: “y la señora y su cochero, empujados rudamente por la corriente humana, atravesaron una profunda portada semejante a un túnel, viéndose en el Clot, en la plaza Redonda, que parecía un circo con su doble fila de tablones. Sobre el rumor del gentío, que, encerrado y oprimido en tan estrecho espacio, tenía bramidos de mar tempestuoso, destacábanse el agudo chillido de la aterrada gallina, el arrullo del palomo, el trompeteo insolente del gallo, matón de roja montera, agresivo y jactancioso, y el monótono y discordante quejido del triste pato, que, vulgar hasta en su muerte, sólo conseguía atraerse la atención de los compradores pobres”.
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